Sin entender
.jpeg)
Día a día nos enfrentamos a un mundo que ni entendemos ni nos entiende. Por varios motivos, vamos por la vida con el viento en contra. Todo es un esfuerzo: ser puntuales, corteses, fieles, empáticos, simpáticos, inteligentes, gentiles, confiables, cariñosos, amenos y mucho más, con cada persona que te encuentres cada día. Y, para que sea aún más difícil, nada obliga al otro a comportarse como un espejo. Por lo tanto, puedo ser muy amable con alguien y esa persona puede empujarme por una escalera. Eso está dentro de su libertad de acción. Y, lo entienda o no, la otra persona puede hacerlo con o sin razón. A veces no nos entendemos ni a nosotros mismos. No entendemos a nuestra familia cercana —y hasta compartimos ADN—, mucho menos vamos a entender al desconocido. Tal vez al amigo lo aceptemos, pero tampoco lo entendemos del todo. Eso me lleva a pensar: ¿debemos entender al otro? ¿O será solo cuestión de aceptarlo y listo? Porque no siempre hay un motivo racional, estudiado o analizado de...