Sin entender
Día a día nos enfrentamos a un mundo que ni entendemos ni nos entiende.
Por varios motivos, vamos por la vida con el viento en contra. Todo es un esfuerzo: ser puntuales, corteses, fieles, empáticos, simpáticos, inteligentes, gentiles, confiables, cariñosos, amenos y mucho más, con cada persona que te encuentres cada día.
Y, para que sea aún más difícil, nada obliga al otro a comportarse como un espejo. Por lo tanto, puedo ser muy amable con alguien y esa persona puede empujarme por una escalera. Eso está dentro de su libertad de acción. Y, lo entienda o no, la otra persona puede hacerlo con o sin razón.
A veces no nos entendemos ni a nosotros mismos. No entendemos a nuestra familia cercana —y hasta compartimos ADN—, mucho menos vamos a entender al desconocido. Tal vez al amigo lo aceptemos, pero tampoco lo entendemos del todo.
Eso me lleva a pensar: ¿debemos entender al otro? ¿O será solo cuestión de aceptarlo y listo? Porque no siempre hay un motivo racional, estudiado o analizado detrás de algunas actitudes. Por lo tanto, nunca tendré una respuesta “matemática” a la pregunta: ¿por qué es así? ¿O por qué hace eso?
Tal vez, en lugar de intentar entender al otro, de esforzarnos por ver cómo ve la vida la otra persona, de crear teorías psicológicas o indagar cómo fue criado, haya que hacer algo mucho más simple, natural y fácil.
Si alguna actitud del otro no me gusta, no me interesa o no me hace sentir bien, no me acerco. Y me acerco a aquellos con los cuales, aun con las diferencias que tengamos, estamos a gusto.
¿Esto es obvio? Sí, debería serlo, pero no siempre lo hacemos. Algunos se empecinan en entender al otro, en querer saber por qué tiene esa actitud tan distinta, y lo único que logran es empeorar su propio estado. Pero también eso es un tema de esas personas.
A veces uno piensa equivocadamente que, si tiene ciertas características, quienes las compartan ya son suficientes para que seamos amigos o nos llevemos bien.
Y no. La mayoría de las veces sucede lo que muestra la imagen que ilustra este post: dos seres que nada tienen que ver entre sí pueden sentarse juntos a tomar el sol tranquilos.
César G. Monteghirfo
Comentarios
Publicar un comentario