Ese mal momento
Esta historia es verdadera:
Cuando renuncié en una empresa, fui a hablar con el gerente y le dije:
Acabo de renunciar y ya me voy, pero no quería dejar de saludarlo, y decirle gracias por todo lo que aprendí en estos 4 años.
Y le estreché francamente la mano, mientras le continuaba diciendo:
Si algún día alcanzo un cargo de jefatura, ya sé todo lo que NO tengo que hacer.
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A veces pensamos que los mejores maestros son aquellos que nos motivan y son pacientes. O los mejores amigos son aquellos que nos acompañan y apoyan. Y las mejores novias y esposas son las que nos comprenden y proyectamos la vida en la misma dirección, etc.
Pero olvidamos o negamos al profesor que nos humilló, al amigo que nos traicionó, o a la novia que no le importamos.
Estos últimos también nos enseñaron por otras vías, pero nos enseñaron. Nos mostraron el lado desagradable de la vida, nos expusieron al dolor, tristeza, bronca, impotencia.
Cada uno se comportó de alguna manera. El buen maestro me enseñó buenas cosas, pero el mal maestro me enseñó lo que no tengo que hacer. El buen amigo me enseñó el valor de la compañía y el compartir, mientras que el mal amigo me enseñó sobre la traición y la ambición. La buena novia me enseñó sobre el amor y su fuerza en la vida, la novia mala me enseñó que no es oro todo lo que brilla.
Los malos de la vida me enseñaron las cosas malas y a pasar por malos momentos.
Pero depende de mí lo que yo haga con esos malos momentos. Si los desecho queriendo olvidar o si aprendo para no repetir.
César G. Monteghirfo

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