Práctica = Transformar
La palabra práctica viene del griego πρακτικός, que a su vez nace de πρᾶξις, “acción”, y llegó al latín tardío como practĭca para referirse a lo que se hace, obra o actúa.
Eso explica por qué todo acto, ya sea intelectual, físico o espiritual, es en esencia una práctica: cocinar, aprender un idioma o la vida religiosa, todo eso es llevar algo a la acción una y otra vez.
Cuando esa práctica se asume con seriedad se convierte en un motor de transformación: si practicas un idioma con empeño, llegarás a hablarlo; si trabajas en la cocina con disciplina, acabarás cocinero; si en la religión te implicas de verdad, tu vida interior cambia. La repetición consciente moldea el carácter y la habilidad. Sin un método claro, sin compromiso o sin guía, la simple rutina se queda en el informe de lo que hiciste, sin influir en quién eres.
Esa fuerza transformadora es lo que convierte cada práctica en un camino iniciático.
Al principio eres un practicante que repite gestos; después, como alumno, afinas la atención y comprendes los matices; y al final, cuando la práctica te ha modelado por dentro, te reconoces maestro.
Ese paso de ejecutar a enseñar no lo da un título, sino el viaje que hace tu propio hacer sobre tu ser.
César G. Monteghirfo
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