Hablemos sobre los memoriosos


No soy de tener buena memoria. Eso significa que, por la razón que sea, no retengo en mi memoria detalles de un encuentro, nombres, fechas, etc. Como mucho, puedo recordar generalidades o algo muy puntual que, por alguna causa, me haya quedado grabado.

Pero sí puedo recordar datos de películas, directores, actores, duración de la película, detalles ínfimos de escenas. Lo mismo con la música, los libros y mucho más.

Por lo tanto, yo lo llamo "memoria selectiva". Me acuerdo de lo que me hace bien, me gusta, me fortalece. Y olvido lo que "no me sirve".

Esta situación con mi memoria me enseñó a no confiar 100 % en ella. Y, de alguna manera, a aprender a vivir más ligero, con menos carga... menos pasado. Porque tener buena memoria no es otra cosa que llevar encima cada detalle del pasado, un pasado que ya está muerto, pero sobrevive en la memoria del memorioso.

Es muy posible que me equivoque en mi idea, pero creo que, para las personas muy memoriosas, de esas que recuerdan día, hora, clima y lugar de cada hecho, la memoria se vuelve un ancla. Porque no solo recuerdan los hechos bonitos, sino también cada discusión, mal momento y dolor como si fuera ayer, aunque hayan pasado 20 años.

Además, los memoriosos confían mucho en su almacenamiento de recuerdos y creen que cada hecho guardado en su mente solo fue como ellos lo recuerdan. Y confían tanto que creen recordarlo todo, con lujo de detalles.

Sin embargo, la memoria no guarda datos como si fuera una cámara que graba. En la memoria influyen los sentimientos, las situaciones, los estados de ánimo de ese momento, la madurez y mucho más. Somos humanos, y los sentimientos y sensaciones no los podemos separar. No somos una computadora.

Por lo tanto, si alguien recuerda algo triste, es posible que para otro no haya sido tan triste o que ni siquiera lo recuerde.

En ciertos aspectos, ser memorioso puede ser una virtud. Si soy actor y recuerdo todos mis diálogos, por ejemplo. Pero no estoy tan convencido del beneficio de ser memorioso en la vida cotidiana.

Creo que es sabio poder olvidar o recordar, pero no con tanto detalle, de modo que si el recuerdo dolió, no siga doliendo con igual intensidad años después.

Lo lindo y feo de la vida deben ser pasajeros, como pasajeras son las nubes en el cielo.

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Que todo sea para bien, y gracias por leer.

César G. Monteghirfo

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